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Los dioses han despertado. El universo ya no les pertenece a los hombres. En Dioses Oscuros, la quinta entrega de La Pureza, el velo de la realidad se desgarra y las sombras de un pasado olvidado resurgen para reclamar su lugar en la galaxia.
«El poder no muere. Solo espera.»
1801 años después del éxodo de Jeor Arryn. En la galaxia Exodus, la guerra entre los Estirpe y los Kheb llega a su clímax en la batalla de Utapain. Derrotados y perseguidos, los últimos Estirpe han caído en el olvido… salvo uno. Un guerrero sin nombre, un fantasma en la historia, sobrevive para vengarse. Su rastro lo lleva hasta la Anomalía Estelar de Orriban, más allá de los límites del dominio humano, donde el caos y la anarquía son la única ley. Pero algo más acecha en la frontera del conocimiento. Axia, la inteligencia suprema que una vez amenazó con destruir la humanidad, ha renacido en las sombras. Sus sondas, desperdigadas en la inmensidad, han construido su propio destino. Mientras las flotas de la Alianza y el Imperio combaten entre sí, un enemigo silencioso observa y espera el momento perfecto para reescribir la historia. 313 años después de la caída del Viejo Imperio. En el sector Orión, mientras las casas nobles trazan sus intrigas y las Hermanas del Camino juegan con el destino de naciones enteras, una verdad oscura se filtra entre las grietas del orden establecido. Gehena, el santuario de la sabiduría genética, ha caído en el silencio. Las señales han cesado, las estrellas se han vuelto mudas. Algo ha despertado en sus profundidades. El Arconte Baalfegor, una entidad más allá del tiempo, ha regresado. Su voluntad no pertenece a los hombres, ni a los dioses. Su ansia es absoluta. Las antiguas leyes han sido rotas, y lo que dormía ha vuelto a caminar. Los inquisidores están dispersos. Las flotas imperiales están ciegas. Y aquellos que han mirado demasiado profundo en la oscuridad han comenzado a cambiar. Los dioses oscuros han regresado. Y esta vez, no habrá nadie que los detenga.
