Description
«Tu sin Nos»
Camposagrado: la tierra consagrada por la sangre
Hubo un tiempo en que el eco de las viejas gestas aún resonaba en las montañas, y el futuro de un pueblo pendía del filo de unas pocas espadas.
Tras la caída del Reino Visigodo y la ruina de Guadalete, cuando Hispania parecía condenada a desaparecer bajo el peso del invasor, un puñado de hombres se negó a rendirse. En las tierras altas de León, donde los valles dormían bajo la niebla y los dioses antiguos parecían haberse retirado, se libró una batalla silenciosa, olvidada en los libros, pero escrita a fuego en la tierra misma.
No hubo trompetas. No hubo coronas. Hubo barro, hubo sangre, hubo ceniza. Y en medio del abandono, cuando el rey Pelayo no pudo acudir en su socorro, el capitán Colinas y los suyos tomaron sobre sus hombros la carga del reino.
Y vencieron.
Sin más escudo que la fe. Sin más recompensa que la vida de su gente. Sin más testigo que el cielo, y la tierra que, desde aquel día, quedó consagrada.
De aquella gesta surgió el grito de «Tu sin Nos», un juramento sin pompa ni clero, que fundó una estirpe humilde pero indomable: los Tusinos. Hombres sin palacio, pero con torre; sin título, pero con dignidad; sin promesa, pero con palabra eterna.
Esta es la historia de Camposagrado: un campo de muerte que se volvió altar; un rincón del mundo donde la voluntad de los olvidados forjó el futuro de un reino.
Que quien lea estas páginas no olvide jamás que hay victorias que no se coronan con oro, sino con sangre. Y que hay tierras que no se conquistan… sino que se redimen.
Voces y ecos pérdidos en el tiempo…
En un tiempo en que el joven Reino de Asturias apenas era un puñado de valles aislados entre la niebla y la desesperanza, la historia de España estuvo a punto de romperse para siempre.
Tras la caída del Reino Visigodo en la fatal batalla de Guadalete, y en los años de plomo que siguieron, surgió un hombre llamado Pelayo, quien alzó su estandarte en Covadonga y abrió una senda de resistencia contra la marea invasora. Sin embargo, la supervivencia de aquel frágil reino no fue obra de un solo hombre ni de una única batalla.
En las tierras altas de León, en un rincón olvidado entre ríos, riscos y bosques, los destinos volvieron a cruzar sus aceros. Camposagrado fue el escenario de una lucha desesperada, donde los cristianos, superados en número y medios, enfrentaron al enemigo con la sola fuerza de su determinación. Allí, en ausencia de su rey, fue el capitán Colinas quien asumió el peso del reino en sus hombros.
Sin coronas. Sin promesas. Sin esperanza.
La batalla no fue solamente una victoria militar: fue un acto de fe y de sangre que consagró la tierra misma. De ella surgió el grito de «Tu sin Nos», y con él, los Tusinos, un linaje de hombres forjados en el barro de la derrota y el hierro de la resistencia.
Esta novela rescata del olvido aquella jornada decisiva, honrando a los hombres que no pidieron gloria, pero merecieron memoria. Es un relato de lodo, sangre y ceniza, donde la heroicidad no se mide en coronas, sino en la voluntad de luchar por lo que aún no existe.
«Camposagrado» es más que una historia de espadas y estandartes: es un testamento a la dignidad de los olvidados. Un canto a la memoria viva que aún resiste en los campos, en las torres solitarias y en el viento que nunca deja de susurrar nombres antiguos.